martes, 26 de junio de 2007

Renovarse o morir

Escasos pero muy queridos lectores:
Este blog a mutado.
De ser escrito a cuatro manos, pasa a sólo dos.

Por mi mente pasó la idea de desaparecerlo, pero creo que al pasado no puedes desaparecerlo, sólo superarlo.

No sé de qué vaya a escribir ahora, tal vez mientras llega la estabilidad, les ponga algunos textos interesantes.

Gracias por su atención.

jueves, 14 de junio de 2007

Te reto:

Mi rostro ladeado y mis tetas sintiendo el frío de la pared, mis manos atadas una con otra por encima de mi cabeza, mis piernas muy abiertas pero sosteniéndome. Yo contra la pared. Desnuda. A tu merced.

¿Qué te gustaría hacerme? Recorrer con tu lengua mi cuello hasta anidar en mi oreja, susurrarme palabras sucias al oído, arañarme la espalda mientras me arqueo como gata o morderme mientras me estremezco toda… ¿te gustan mis gemidos?

Yo quiero que me aprisiones entre tu cuerpo y la pared, que me dejes sentir tu peso, que tus manos me recorran… quiero que me tomes violentamente por atrás mientras te pido más y más… que cada movimiento de tu cadera para meterte más en mí, me levante, me haga pararme en las puntas de mis pies, quiero sentirte dentro, muy adentro, que me tomes fuertemente del cabello y muevas mi cabeza para besarme, para meter tu lengua en mi boca, en un beso sucio y salvaje, sentir tu cuerpo ardiente en mi espalda y la pared fría en el vientre. Sabes que voy a gritar cuando llegue al clímax y sé que tus arremetidas serán más violentas cuando se aproxime el tuyo.

Te dejo esta opción a elegir: ¿quieres terminar en mi coño o en mi boca?

Esa es mi fantasía Liogat, te reto a que la hagas realidad lo más fielmente posible, claro que si la mejoras, no me quejaré.

domingo, 10 de junio de 2007

Mientras miraba la libreta enflaquecida, Ángela Caín especuló que cuando se acabasen las hojas se acabaría también el hechizo que aquel hombre ejercía sobre ella. Mi escritura lo va a exorcizar para siempre, se dijo. Mis palabras ahuyentarán al fantasma de sus uñas y sus dientes. La tinta de mi bolígrafo trazará sobre estas páginas la partitura de su desaparición. Solamente en el momento en que acabe de inscribir la última hoja y la tire a la basura seré libre para poder inventarme de nuevo, cumplir el ciclo de mi metamorfosis, escribió y continuó escribiendo:

Tal vez no soy la primera que se sienta a escribir estas líneas. Pero yo lo hago en el borde de una cicatriz que se niega a cerrar. Al borde de un precipicio en cuyo fondo yace el origen de todas mis preguntas, la pregunta fundamental de mi linaje, que es oscuro pero brilla como una gota de sangre que escurriese indecisa de la comisura de una boca. Mi linaje ha escrito su historia fragmentada con sangre menstrual, con sangre de hijos que no alcanzaron a nacer, con sangre de mujeres suicidas, de abuelas antiguas que acabaron con sus propias vidas en la rutina de la infelicidad. ¿Me van a negar mi derecho de decir eso? No lo creo. Es un derecho que no le pido a nadie, que no negocio, como no negocio con nadie mis ansiedades, mis deseos mi poca culpa.

Escribo porque para mi la escritura es como el sexo. Es un asunto del cuerpo y de la sangre. No creo en la literatura y por eso no escribo para nadie. Escribo para mi, de la misma manera que cojo exclusivamente para satisfacer mis deseos y de nadie mas. Escribo una historia de sangre convertida en tinta. Nada más. Si estas páginas llegasen a ser rescatadas de su destino de basura, entonces quiero esto: que sean leídas como uno se bebe un vaso de sangre.

La sangre, la carne y el deseo han llegado hasta mi como una herencia directa – a veces indeseada - de la historia. En cada cópula, la historia de los miedos y ansiedades de mi tribu. En cada beso, la suma involuntaria de los besos de mis antepasados. En cada posesión, el registro ineludible de la culpa y la vergüenza de mi cultura.

No te besaron mis labios, te beso el aprendizaje de mi deseo de verme libre de mi piel; libre de mi pasaporte y de esas casillas que dicen mujer blanca, soltera, veintitantos años, cabello castaño oscuro, ojos violeta, ninguna seña particular.

En la caricia de otras manos sobre mi cuerpo el recuento de caricias imposibles, prohibidas, proscritas. ¿Desde cuando no soy libre? ¿Desde cuando tengo que justificar o redimir cada acto que surge de la voluntad de mi piel politizada?

Sangre doble. Sangre con obligaciones y deberes impuestos. Sangre con color de piel, información genética precisa e ineludible. Y la otra sangre. La verdadera, la que me pertenece porque he insistido en su diseño. Con ella he decidido sumarme a este linaje de escribas que no tuvieron tinta para anotar cada uno de sus pensamientos prohibidos.

Mis abuelas escribieron con sangre porque el uso de la tinta les fue negado.

Duplicidad de la sangre que me recorre las venas. Una, la sangre de mi madre y de su madre y de su madre fluyendo lentamente hacia un pasado menstrual que es un origen, sumada a la sangre de mi padre, mitad semen, mitad impulso irracional. Sangre vertical, retroactiva, en busca de su raíz en el árbol genealógico sin lógica, apenas en el instinto.

La otra, la que he elegido para que me habite. Tinta de mi texto interior, de mi textura ósea y muscular, de mi textil tejido en carne, hueso, sinovia y cartílago por músculos y arterias. Tinta de mi cartografía interna, de mi orografía sensual, de mi sexualidad profunda, llena de signos y símbolos que yo he inventado para reescribir mi historia y configurar un código que tenga sentido. Idioma de sombras sobre el papel estéril de los días y el libro de la noche que me pertenece como solamente este cuerpo me pertenece.

Mi cuerpo es mío porque mi lenguaje lo reclama.


Terciopelo Violento, Juvenal Acosta.